A los seres humanos nos encantan los acertijos. Proponen un desafío intelectual que despierta nuestra curiosidad y estimula tanto la inteligencia como el ansia de conocimiento. Una vez lanzado el desafío del acertijo no cesaremos hasta desentrañar su significado, encontrándonos la mayoría de las veces con la curiosa situación de que resulta mucho más placentero la laboriosa búsqueda que la sorpresa de la resolución en sí. La expresiones artísticas en sus múltiples variantes no tardaron en introducir este componente que oscila entre lo lúdico y lo intelectual a través de símbolos, imágenes, diálogos etc. en un equilibrio que no siempre ha resultado satisfactorio, a veces conseguían realzar el componente artístico, pero otras lo acababan devorando. Los maravillosos juegos de ordenador de Lucasfilm como el mítico “The Secret of Monkey Island” basaban toda su diversión en este modus operandi: éste era una sucesión de puzzles y acertijos intercalados con una historia y diálogos repletos de
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