Blade Runner 2049. ¿Dejaron los androides de soñar con ovejas electrónicas?

Hay que reconocerle a Denis Villeneuve valentía, arrojo y empeño para embarcarse en lo que casi podría ser un proyecto suicida, la continuación de Blade Runner, considerada unánimemente junto a “2001 Una Odisea del espacio” la mejor película de ciencia ficción de todos los tiempos y obra que, dicho sea de paso, no necesitaba ninguna continuación.

Se agradece que al menos los gerifaltes de Hollywood lo hayan hecho con respeto, contando con el guionista original de la primera (Hampton Fancher, en colaboración con Michael Green), manteniendo en la medida de lo posible parte del reparto original y contratando al que quizá sea uno de los dos directores que dada su trayectoria podía embarcarse en este proyecto con ciertas garantías de calidad y fidelidad al original. (El otro director, para mí, sería Christopher Nolan.)



El resultado final es una gran película, con una excelente fotografía donde predomina el amarillo terroso, un complejo guión que roza la genialidad en su primer tramo, un protagonista siempre envuelto en un halo de melancolía metafísica (que sería una especie de Deckar actualizado a los nuevos tiempos) e interpretado por el siempre solvente Ryan Gosling, una banda sonora escrita a última hora por Benjamin Wallfisch y Hans Zimmer con indudable aroma a la original de Vangelis (que digo yo, para hacer una copia contrata al original ¿no?), y todo sabiamente mezclado y revuelto por un Denis Villeneuve que no defrauda... pero que no logra alcanzar la genialidad de la primera.

Y es que este es (y ya se sabía) el gran escollo al que debía enfrentarse Blade Runner 2049, la inevitable comparación con la primera, pues, al fin y al cabo, no deja de ser su continuación directa.

La fotografía es muy buena, sí, pero no queda grabada en la retina como la original. Hay un exceso de niebla que desluce parte del trabajo, obviamente creado con la intención de mostrar a un mundo gris y oscuro que ha sucumbido al casi total desastre medioambiental, pero que acaba haciéndose cargante y pesada. Si apenas muestras nada, la impresión que te queda es la de un vacío sensorial.

Eso no quita que haya momentos de gran espectacularidad, sobre todo en ciertos tramos de la película donde se cargan los amarillos y la fotografía de Roger Deakins muestra todo su esplendor. Ahí por fin sentimos con cierta emoción que esta sí es una digna secuela de la Blade Runner original.

El guión, como he dicho, es brillante en su inicio, pero toma un polémico giro que en mi opinión se aparta de la profundidad metafísica e intelectual de la primera e indaga en otra problemática de los replicantes también interesante pero que al menos a mí no acabó de atraparme.

Otro punto que a priori podría haber dado mucho juego es la interacción entre replicantes e inteligencia artificial, y aunque hay momentos destacables acaba decepcionando al no atreverse a ir más allá y limitarse a ser una casi convencional relación romántica excesivamente deudora de la película “Her”.

Es, repito, un excelente film, con una historia sólida que continua de manera correcta lo visto anteriormente pero que no alcanza la trascendencia de la primera y deja, al acabar su visionado, un extraño regusto entre dulce y amargo.

Reconozco que he escrito esta crónica con cierta premura, por aquello de publicarla cuando la película está candente e iniciando su recorrido por los cines, pero dada la densidad de su historia y la especial carga de emotividad que lleva aparejada, lo ideal hubiera sido tomármelo con calma, pensarla, revivirla e incluso volver a verla, más desprejuiciado, sin intentar compararla en todo momento con la primera. Pero la actualidad manda y esta es mi visión hoy (ya veremos mañana o con el paso del tiempo) de una obra que, y eso está fuera de toda discusión, sin duda dará mucho que hablar en los próximos años.

Por Antonio Amaro.



Ficha de la película:

Título original: Blade Runner 2049
Año: 2017
Duración: 163 min.
País: Estados Unidos Estados Unidos
Director: Denis Villeneuve
Guion: Hampton Fancher, Michael Green (Historia: Hampton Fancher. Personajes: Philip K. Dick)
Música: Hans Zimmer, Benjamin Wallfisch
Fotografía: Roger Deakins
Reparto: Ryan Gosling,  Harrison Ford,  Ana de Armas,  Jared Leto,  Sylvia Hoeks, Robin Wright,  Mackenzie Davis,  Carla Juri,  Lennie James,  Dave Bautista, Barkhad Abdi,  David Dastmalchian,  Hiam Abbass,  Edward James Olmos
Productora: Warner Bros. Pictures / Scott Free Productions / Thunderbird Films / Alcon Entertainment
Género: Ciencia ficción | Cyberpunk. Secuela. Thriller futurista
Grupos: Adaptaciones de Philip K. Dick | Blade Runner Novedad
Sinopsis:
Treinta años después de los eventos del primer film, un nuevo blade runner, K (Ryan Gosling) descubre un secreto largamente oculto que podría acabar con el caos que impera en la sociedad. El descubrimiento de K le lleva a iniciar una búsqueda de Rick Deckard (Harrison Ford), un blade runner al que se le perdió la pista hace 30 años. (FILMAFFINITY)

Comentarios

  1. Si por algo fue especialmente grande la primera es por su capacidad para transmitir de forma emocional y finalmente lírica cómo unos seres artificiales llegaban a sentir y amar la vida aún más que sus creadores humanos y, en consecuencia, luchar contra la finitud impuesta o fecha de caducidad. Nos llegábamos a preguntar qué es ser humano y no qué es un ser humano. Humano es aquello capaz de desarrollar la complejidad que generan sentimientos, afectos y recuerdos, con independencia del fluido que circula por sus venas, del material del que esté elaborada su estructura o si las percepciones de la memoria han sido añadidas o experimentadas. Qué o a qué eliminaba Deckard nos preguntábamos en su día y se preguntaba él mismo. Cuando Ford se denomina “ex-policía, ex-asesino” ya estaba otorgándoles a sus víctimas la condición de humanos o, al menos, de seres cuya eliminación suponía un asesinato. Por ello, finalmente comprendió que el replicante al que intentaba dar caza amaba tanto la vida que salvó la suya. Ahora sucede lo mismo, pero ¿a qué precio moral?
    Hoy, su secuela promueve la culminación mediante la fusión/hibridación del hombre y la máquina, en algo denominado MILAGRO. Pero ¿necesitaban los replicantes ese “milagro” para dar sentido a su existencia? ¿ no es en realidad ese antropocentrismo de guión y argumental la prueba de la tozuda necesidad humana de centralizar cualquier atisbo de trascendencia? Si somos sinceros, la fusión entre humano y replicante solo viene a cuestionar en parte el verdadero sentido y lirismo de la película inicial, de la cual surgía el eterno dilema del hombre y su búsqueda de lo inmortal representado por esos replicantes que con independencia de lo que circule por sus ausentes venas son capaces de sentir. Insisto, ¿es el hombre humano por lo que está construido?, huesos, sangre, piel y carne, o ¿es hombre por lo que es capaz de sentir, de amar, de percibir, de admirar, de adorar? Por tanto, la hija surgida entre hombre y máquina, de Dekard y Rachael ¿es solo la falaz criatura originada de una visión humana egocentrista que pretende a toda costa dotar a la máquina de un imprescindible margen de hombre en la asunción soberbia que nada que no proceda en todo o en parte de lo humano jamás será reconocible como tal? Yo lo afirmo y, por tanto, lo lamento. El viaje para mí es otro y jamás el que nos presenta Villeneuve. ¿Necesitan los replicantes tal milagro para sentirse únicos, especiales y no aniquilables? ¿Necesitan tal milagro para exigir el respeto vital que le es intrínseco por estar diseñados no a imagen y semejanza de los humanos y sí para desarrollar capacidad sentimental y afectiva, moral y ética, esto es, apreciar la vida en una dimensión única, ya sea en la forma material que fuere? ¿Qué necesidad existe para que máquinas humanizadas deifiquen tal hibridación cuando la nueva sangre viene de su reverso, esto es, deshumanizados humanos? Si finalmente se produce la mezcla entre humano y replicante, ¿qué valor tiene ya que un replicante dé una lección moral y ética al humano que pretendía su exterminio? El verdadero MILAGRO no es el resultado que promueve la actual secuela, el verdadero PRODIGIO era y es el lirismo de una idea que pretendía transmitirnos que se esté hecho del material que se esté hecho se es humano cuando se tiene sencillamente humanidad. La fusión con el humano del replicante no esconde más que su propia extinción.

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