“LA MIRADA DE ORSON WELLES”, de Mark Cousins, o del espectador.



“La mirada de Orson Welles” muestra en realidad la particular mirada que sobre este artista tiene Mark Cousins. Se trata también del documental ganador en el festival de Cannes del premio denominado “El Ojo de oro”. Me encuentro con muchas miradas cruzadas que comentar.

Director principalmente de documentales, una de las obras más conocidas de Mark Cousins es su serie “Una historia de cine: Una Odisea”, de 2011, compuesta por 15 capítulos de una hora, y a lo largo de la cual hace un repaso de toda la historia del cine. En esta serie Cousins dejó patente su estilo particular. Relata con voz en off la historia de cineastas y artistas ilustrándola con planos actuales de las ciudades que acogieron sus experiencias, e intercalando fragmentos de sus obras.

En “La mirada de Orson” hace lo mismo. Abundan las tomas urbanas de hoy en día: Nueva York, Chicago, Nevada, Irlanda, Marruecos, España, Los Ángeles, Edimburgo... La diferencia en esta nueva película es que la narración de Cousins no es en tercera persona, a modo de clase magistral, sino en segunda, dirigiéndose al propio Welles. La frescura del relato la traen múltiples increpaciones directas, como si estuviese hablando con él y esperase una respuesta. Constantemente utiliza una foto de Orson joven, en actitud de escucha atenta, que apoya el propósito de que este documental sea un mensaje directo que interpela al propio Orson más que al espectador.


Cousins explica a Orson, fallecido en 1985, el mundo en que vivimos, un mundo “wellesiano”, cargado con la exageración que a él tanto le gustaba. Siguiendo la trayectoria artística de Orson Welles, tiene la ocasión de hablarnos de muchas otras disciplinas, sobre todo pintura, teatro y radio, antes de adentrarse en el análisis de su obra fílmica. Esta mirada pluridisciplinar de Cousins es algo a lo que ya nos acostumbró en “Una historia de cine: Una Odisea”. El cine es inseparable del resto de las artes asociadas (artes plásticas, teatro, arquitectura, fotografía, música, vestuario, ballet, circo...), y por supuesto, de su contexto socio-político.

En el contexto de Orson Welles sitúa en un lugar privilegiado a su madre, gran activista, faceta que tampoco faltará en la trayectoria de Welles. Además, le influyó enormemente la Gran Depresión de la década de los 30. Cousins invita a Welles a visitarnos en esta época de nueva crisis, donde encontrará nuevas formas de inspiración.

La faceta de pintor de Orson Welles está tan presente y estudiada en esta película que la cinematográfica parece secundaria. En un primer capítulo Cousins recibe una caja llena de bocetos y láminas. En los 4 capítulos siguientes, Cousins identifica al famoso director y actor con 4 roles primordiales: Peón, Caballero, Rey y Bufón. Siempre a través de sus dibujos y trasladando estas imágenes a películas, descubrimos a una persona compleja, llena de contradicciones, lo cual la hacía más interesante desde un punto de vista creativo.


El propio Welles encarna estos cuatro tipos de personajes en tramas que representan luchas  activistas (“El tercer Hombre”, 1949; “Sed de mal”, 1958; “El proceso”, 1962), persecución de grandes ideales (obras inacabadas como “Don Quijote” o “Macbeth”), relaciones amorosas atormentadas (“El cuarto mandamiento”, 1942; “La dama de Shanghái”, 1947 con su amada en la vida real Rita Hayworth; “Otelo”, 1951), su afán por la ejemplaridad y la rectitud, su atracción por la grandeza y su tendencia a la fascinación por figuras totalitarias (“Ciudadano Kane”, 1941; “Mr. Arkadin”, 1955, “El extranjero”, 1946; “Campanadas a media noche”, 1965). El capítulo sobre su vertiente burlesca cierra con un largo texto del propio Orson donde él mismo se define como un humorista.

Finalmente, en el sexto capítulo que Cousins ha llamado “Las abejas fabrican la miel”, usa por fin la primera persona para expresar reveladoras conclusiones sobre su propia interpretación de la obra de Orson Welles. Hace evidente la transcripción de líneas y formas en el fotograma a partir de su visión pictórica, para ilustrar su visión del mundo. Cousins elucubra sobre cómo Welles vería el mundo de hoy, con los avances tecnológicos que tan bien aprovecharía. Artista incombustible, hoy seguiría trabajando, como una abeja que no deja de hacer miel.

En el lugar de Welles y de tantos otros genios que han hecho historia, Mark Cousins sigue trabajando por hacernos llegar su legado de la forma más inteligible.




Por Irene Arnanz.

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